En Sevilla, España, y como resultado del odio antisemita de la arengas del Arcediano de Écija, don Fernando Martínez, bajo un creciente fervor religioso, que ya había estallado anteriormente en el mes de marzo promoviéndo un motín popular en el que la plebe entró en el barrio de la Judería saqueando las tiendas y maltratando a sus moradores, y en la que los alborotadores tan sólo fueron condenados a azotes, conlleva a que esta impunidad produzca, en este aciago día de junio al grito de "muerte a los judíos", un nuevo saqueo que en esta ocasión, el pueblo que ve en los judíos el origen de todos sus males (penuria socioeconómica, la peste, etc.), irrumpe violentamente en la Judería asesinando e incendiando. La turba se precipita hacia las dos puertas con las que cuenta, para impedir la huida de los hebreos. Hombres, mujeres y niños son degollados sin piedad en las calles, en sus propias casas, o en las sinagogas. La matanza se extiende todo el día y perecen asesinados cuatro mil seres humanos. Unos pocos supervivientes huirán horrorizados de Sevilla, de tal forma que el decreto de expulsión de los judíos, que dictarán los Reyes Católicos un siglo más tarde en 1492, prácticamente no tendrá repercusión en la ciudad hispalense, pues no quedarán casi judíos entre sus muros. (Hace 633 años)